
15.10.11 by Carapuchiña Vermella

12.9.11 by Carapuchiña Vermella

22.8.11 by Carapuchiña Vermella

aínda que non estabas eu vinte
20.6.11 by Carapuchiña Vermella

plantei unha cerdeira o día que decidiches deixar de amarme
Carta sin despedida
13.6.11 by Carapuchiña Vermella

A veces, mi egoísmo me llena de maldad, y te odio casi hasta hacerme daño a mí mismo: son los celos, la envidia, el asco al hombre, mi semejante aborrecible, como yo corrompido y sin remedio, mi querido hermano y parigual en la desgracia.
A veces -o mejor dicho:
casi nunca-,
te odio tanto que te veo
distinta.
Ni en corazón ni en alma
te pareces
a la que amaba sólo
hace un instante,
y hasta tu cuerpo cambia
y es más bello
-quizá por imposible
y por lejano-.
Pero el odio también me
modifica
a mí mismo,
y cuando quiero darme
cuenta
soy otro
que no odia, que ama
a esa desconocida cuyo
nombre es el tuyo,
que lleva tu apellido,
y tiene,
igual que tú,
el cabello largo.
Cuando sonríes,
yo te reconozco,
identifico tu perfil
primero,
y vuelvo a verte,
al fin,
tal como eras, como
sigues
siendo,
como serás ya siempre,
mientras te ame.
[Ángel González]
2.4.11 by Carapuchiña Vermella

Decidí esculpir tu cuerpo
28.3.11 by Carapuchiña Vermella

Dice Sabina que al lugar donde fuiste feliz no debieras tratar de volver...
Ella trata de que esa sea la banda sonora de su vida
Paso a paso, cada día, se aleja un poco más de aquel hombre que algún día fue el lugar donde se sentía feliz
Evitando las miradas que le atrapan, escapando al mínimo roce de su piel, donde tanto tiempo habitó la pasión
evitando incluso las letras, las que al mismo tiempo la llenan y vacían de él
rompiendo fotos, como si la rabia con la que las rasga eliminase, además de la imagen, el sentimiento
quemando papeles, viendo como desaparece el negro sobre papel rojo de una carta que un día fue de amor...como si quemándola fuese a olvidar las palabras que durante años se fueron grabando en su alma
huyendo de los cafés donde cual mejor de las actrices aparenta una normalidad que no existe
y se pone la radio para no pensar en la oscuridad, pero esta noche Sabina la sorprende
así estoy yo sin ti...más triste que un torero al otro lado del telón del acero...Amargo como el vino del exiliado, como el domingo del jubilado, como una boda por lo civil, macabro como el vientre de los misiles, como un pájaro en un desfile...así estoy yo sin ti
Y entonces, contradiciendo al Maestro Sabina, aunque sea sólo en sueños, quiere volver, volver al lugar donde un día fue feliz
14.2.11 by Carapuchiña Vermella

Permanencia
Duro decir:
Te amo,
mira cuánto tiempo, distancia y pretensión
he puesto ante el horror de esa palabra,
esa palabra como serpiente
que viene sin hacer ruido, ronda
y se niega una, dos, tres, cuatro, muchas veces,
ahuyentándola como un mal pensamiento,
una debilidad,
un desliz,
algo que no podemos permitirnos>
-ese temblor primario
que nos acerca al principio del mundo,
al lenguaje elemental del roce o el contacto,
la oscuridad de la caverna,
el hombre y la mujer
lamiéndose el espanto del estruendo-
Reconocer
ante el espejo,
la huella
la ausencia de cuerpos entrelazados hablándose.
Sentir que hay
un amor feliz
enjaulado a punta de razones,
condenado a morir de inanición,
sin darse a nadie más
obseso de un rostro inevitable.
Pasar por dias
de levantar la mano,
formar el gesto del reencuentro y arrepentirse.
No poder con el miedo,
la cobardía,
el temor al sonido de la voz.
Huir como ciervo asustado del propio corazón,
vociferando un nombre en el silencio
y hacer ruido,
llenarse de otras voces,
sólo para seguirnos desgarrando
y aumentar el espanto
de haber perdido el cielo para siempre.
Aunque me riña Aldabra, qué bonito que escribe Gioconda Belli.
11.1.11 by Carapuchiña Vermella

Este sueño que vivo,
esta nostalgia con nombre y apellido,
este huracán encerrado tambaleando mis huesos,
lamentando su paso por mi sangre...
No puedo abandonar el tiempo y sus rincones,
el valle de mis días
está lleno de sombras innombrables,
voy a la soledad como alma en pena,
desacatada de todas las razones,
heroína de batallas perdidas,
de cántaros sin agua.
Me hundo en el cuerpo,
me desangro en las venas,
me bato contra el viento,
contra la piel que untada está a la mía.
Qué haré con mi castillo de fantasmas,
las estrellas fugaces que me cercan
mientras el sol deslumbra
y no puedo mirar más que su disco
-redondo y amarillo-
la estela de su oro lamiéndome las manos,
surcándome las noches,
desviviéndome,
haciéndome desastres...
Me entregaré a los huracanes
para pasar de lejos por esa luz ardiendo.
Estoy muriéndome de frío.
[Gioconda Belli. Ella lo dice mejor]